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Autorretrato Van Gogh. 1887
Bueno, esta obra en particular me encanta no solo por ser de alguien al que admiro, porque como saben Van Gogh fue alguien que sufrió mucho durante su vida, para la época la civilización era más que crítica y también era difícil crecer para artistas como él, sin dinero para siquiera sus necesidades básicas, por lo mismo de escasas oportunidades y circunstancias que se presentaban, por la forma en que traza el pincel para mi expresa un poco de ira que era porque seguramente pasaba por momentos complejos, pero dentro de todo eso, me llama mucho la atención la utilización de colores vivos que representan su personalidad hiperquinética pero jovial. Era obvio que Van Gogh se desahogaba al pintar, pero más que eso, al pintar retratos, Van Gogh lograba ganancias y esto se debe a que no tenia como pagar modelos para retratarlas, por ello muy pocas veces vemos terceros, exceptuando la obra de los campesinos comiendo papas, el cual, muestra otra faceta de él como artista. En total son más de treinta autorretratos, tendría que estar desesperado por agradarle a la sociedad holandesa. Personalmente, es uno de los autorretratos que más aprecio junto con el de la oreja vendada y el dedicado a Gauguin, el cual es bastante controversial, pero que sería de la polémica sin un poco de Van Gogh, ¿verdad?. Otra cosa que me gusta es su mirada, algo fija pero suave, como tratando de hablar a través de ellos. Una apreciación destacada por su perfil que le da este contorno delgado a su rostro. Y tenemos el paisaje, algo clásico en él, pues siempre es representado de distintas formas, este es con tonos verdes, lo cual tiene una fachada óptica forestal, sin perder la dirección y la focalización principal, él. Lo vemos con un código de vestimenta elegante, algo inusual porque lo describían como alguien muy desaliñado. Seguramente fue alquilado para varios concomitantes. Si observamos detalladamente tiene muchas texturas, mucho más restantes que el mismo fondo, lo cual me causa intriga porque él era muy detallista con respecto a la localización de sus obras maestras. Me encanta el efecto tridimensional que éste puede causar, la iluminación y el sombreado impresionista es complejo pero aquí lo observamos con mucha facilidad, como si pudiéramos con solo ver los colores saber cuál era su estado de animo y su ambiente. Análisis por: Rosalía Briceño
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