Charlotte Corday
Este cuadro refleja en pocas palabras, la tragedia vivida por los franceses en 1790 durante la Revolución Francesa. Interesante es el hecho como en una mujer extranjera emerge un lado cínico, donde vence el odio por el sufrimiento ajeno, su furia contra Marat la llevó a cegarla en todo sentidos, ella buscaba la paz, sin embargo tomo una dirección violenta y poco audaz para conseguirla.
Hija de François de Corday d'Armont, gentilhombre de provincias de humilde fortuna, y de Jacqueline-Charlotte-Marie de Gontier de Autiers, era bisnieta del famoso autor Pierre Corneille.
La muerte de su madre forzó al Sr. Corday a separarse de sus cinco hijos. Las tres hijas entraron en un monasterio de Caen. Entonces Charlotte tenía trece años, y veintidós en el momento de la supresión de los monasterios mediante el decreto del 13 de diciembre de 1790. Sus lecturas eran los clásicos, reflejo de su curiosidad intelectual, y su padre le prestó algunos volúmenes de Montesquieu y Rousseau. Admiraba a los filósofos, se abría a las nuevas ideas pero conservaba su fe religiosa, siendo solitaria y piadosa. Su vieja tía, Madame de Bretteville, la acogió en su casa de Caen al salir del convento. Charlotte ya se inclinaba entonces hacia las nuevas ideas. Era el tiempo en el que los girondinos luchaban contra sus enemigos en la Convención; era el tiempo en el que el jacobino Jean-Paul Marat, que pronto representaría para ella la tiranía, triunfaba en París.
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